Tirana era una ciudad gris, un efecto indeseado luego de décadas bajo un régimen comunista. Por ello, su alcalde Edi Rama, tuvo la idea de transformar radicalmente la imagen de la ciudad, y quitarle su atmósfera apesadumbrada con color. El resultado es una ciudad cuyas construcciones parecen miles de piezas de Lego encastradas.
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