Este suceso no es un accidente, tampoco una negligencia o una “travesura” cuyos efectos fueron más graves de lo que podían prever sus autores. Lo que ha ocurrido es simplemente la consecuencia lógica y previsible de los conceptos y valores que los niños interpretan como admisibles, y lo hacen así porque ese es el mensaje que les transmite la Sociedad y por lo tanto, del que se nutre su proceso educativo.
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