Tremendamente bella, esta es una fotografía de contrastes. El del marrón del camino con el verde de las hojas, y el verde de las hojas con el morrón bistro de los troncos. Y, al mismo tiempo, de armonía de tonos. La luz blanca del día se filtra a través de la espesura del boscaje, de los ramos que, despertados por la primavera, ofrecen brillantes esmeraldas en en mágico bosque. Es un encanto luminoso, de tiempo impasible, silencioso, donde sopla el suave céfiro, o el dulce siroco, anunciando el lejano verano.
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