Perder una vida es un concepto tan viejo como los videojuegos mismos.Ya sea simplemente cargando la partida, o introduciendo una moneda de cinco duros, la posibilidad de continuar la historia siempre ha estado presente; porque sabemos que hasta que los créditos finales aparezcan el juego no ha terminado. Una vez que se certifica que efectivamente todo ha acabado es cuando podemos irnos con esa sensación de plenitud y orgullo que tan difícil de conseguir es en la vida real. Sin embargo, hay géneros que se alejan de ese concepto de juego finito.
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