WikiLeaks ya es un poder de facto. Es innegable que cada vez que Julian Assange toma el micrófono para anunciar otra entrega, los gobiernos se ponen a sudar. El idealismo nos lleva a pensar que WikiLeaks es democrático y nos representa a todos, pero como toda organización, responde a sus intereses. Quizás no estamos siendo lo suficientemente críticos con esta situación. Hablamos de una asociación con el poder de presionar gobiernos, orientar a la opinión pública y provocar cambios políticos. No es poca cosa.
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