Fue en 2016 en Le Mans cuando, tras el enésimo accidente, Álex Márquez se cabreó con todo el mundo, con su equipo, con sus rivales y, sobre todo, consigo mismo, para descubrir ahí abajo, tocando fondo, que no todo sería tan fácil. Hasta aquel momento, había sido campeón de España en 2012 y campeón del Mundial de Moto3 en 2014 y seguía con precisión los exitosos pasos de su hermano mayor Marc.