Bajo el subsuelo de Edimburgo se esconde una antigua y claustrofóbica ciudad subterránea sepultada bajo numerosas plantas de nuevas construcciones, que fueron elevándose una tras otra en vertical. Desde la Edad Media, Edimburgo albergó una gran población encerrada bajo los muros de la ciudad antigua. Para tratar de paliar la insuficiencia de viviendas, los edificios se fueron amontonando unos sobre otros, llegándose a levantar hasta diez alturas en construcciones precarias ideadas para soportar muchas menos plantas.
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