Euro a euro, nuestra protagonista, a un paso de la jubilación forzosa -que se vio acelerada por una carta de despido- logró reunir 24.000 euros.Sus ahorros. Su seguro frente a una vejez que intuía incierta: sin esposo, sin hijos y con una pensión exigua, esos euros eran el "colchoncito" frente a cualquier eventualidad.Un día, un hombre al que conocía desde niño, convertido ya en director de "su" entidad bancaria, le vendió las bondades de las llamadas "participaciones preferentes"
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