Hace ahora casi un año, grupos de escépticos de todo el mundo se reunieron en diversos lugares del planeta para participar en un curioso ritual: atiborrarse de productos homeopáticos y demostrar así la tomadura de pelo que es seguir haciendo caso a las ideas pseudocientíficas de Samuel Hahnemann. La apuesta tras este ‘suicidio homeopático’ era de órdago: o tenían razón y podían seguir predicando en el desierto o se equivocaban y morían. La misma gente ha vuelto a convocar un botellón homeopático para el próximo 5 de febrero.
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