A Bachar el Asad no le sirvió de nada prometer reformas y tirotear a manifestantes. El pasado viernes decidió cortar por lo sano y sacar los tanques a la calle para ahogar en sangre la revuelta. Ni siquiera eso funcionó: ayer, en un nuevo Viernes de la Ira, decenas de miles de sirios volvieron a desafiar al régimen y a pedir libertad. Los cadáveres siguieron amontonándose en la ciudad sureña...
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