Con motivo de la muerte de Carrillo, Alberto Gayo, recuerda las míticas fiestas del PCE en la Casa de Campo. "Hasta el 2007, la Casa de Campo fue el templo bendito del comunismo más festivo aunque una inmensa mayoría de los participantes no fuesen militantes. Eso era lo bueno. No te clavaban la hoz en la espalda y el martillo en el dedo gordo al comprar la entrada"
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