El lenguaje que utilizan los políticos siempre está cargado de intencionalidades. Cualquiera reconoce que todo lenguaje tiene una intencionalidad. De hecho hablamos normalmente para manifestar una intención en el sentido amplio del término: Un deseo, una indicación, una postura, posición u opinión sobre algo y siempre (incluso cuando nos hablamos a nosotros mismos) para comunicar. Por ello hay que diferenciar entre intención e intencionalidades.
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