Cuando tenía entre 18 y veintipocos años vivía despreocupado en un mundo analógico en el que las masas decidían por mi la cultura a consumir. Veía lo que le daba la gana al director de turno de TVE. Leía los libros que arrasaban en las listas de los más vendidos. Bailaba lo que me ponían desde Los 40 principales. Y obtenía mi dosis de individualismo diferenciador vistiéndome como ese cantante irlandés tan auténtico y antisistema. En aquel tiempo Internet era para mi un simple sinónimo del MIRC, es decir…
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