Trabajo hace muchos años en Internet y en redes sociales, y quiero confesar que siento pena de ver lo que el ser humano libera y suelta allí. Porque veo demasiado odio, resentimiento, bullying de cualquier tipo. Se busca el problema, pelear, confrontar, agredir. En vez de encontrar en este espacio un lugar donde poner lo mejor de uno, el anonimato deja que salga lo pero. Eso me hace pensar que adentro del ser humano lo habitan más monstruos que ángeles. Me hace acordar al libro El Señor de las Moscas, de William Golding, donde alumbra lo que nadie quiere creer: que incluso en los niños la crueldad es una de las primeras reacciones cuando la educación y la cultura no reprimen esos instintos.
No entiendo por qué hay gente que está pendiente de lo que hace el otro sólo para agredir, para señalar el error, para complicarle la vida. Qué poder hay en ello? Qué satisfacción encontramos en el malestar ajeno? Por qué hay goce en el dolor ajeno?
Me gustaría mucho que esto cambie.