En estos 60 años, el dos caballos se ha disfrazado de casi todo. De avión, de cohete, de barco, de coche de carreras, de todo terreno. Ha identificado tanto a hippies, como a monjas, en definitiva, es toda una obra de arte. Quino, por boca de Mafalda le puso el mejor calificativo: Es el único coche donde lo importante es quién lo conduce.
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