La minicumbre de Roma que reunió ayer a los mandatarios italiano, alemán, francés y español para aunar posiciones ante el Consejo Europeo de final de mes parece marcar el inicio de un giro en la política económica europea. Los cuatro líderes abonaron la perspectiva de completar el saneamiento de las finanzas públicas a través de severas políticas de austeridad con una agenda de crecimiento que, sin negar lo anterior, haga más hincapié en dinamizar la economía como antídoto de la recesión y como paliativo de los sacrificios exigidos para ajustar
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