Mientras los ayuntamientos gallegos agonizan por las deudas más de 1.000 inmuebles permanecen vacíos y sin ningún tipo de utilidad. Su inversión asciende a más de 50 millones de euros. La mayoría se construyeron en los buenos tiempos del ladrillo, con fondos europeos y de diversas administraciones. Fuera cual fuera el uso para el que fueron concebidos, nunca se llevó a cabo y años después, décadas en algunos casos, siguen fabricando telas de araña. Las corporaciones municipales no saben qué hacer con ellos.
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