El gobierno de Georgia ha contratado profesores nativos de inglés para impulsar una revolución lingüística (o experimento social). Quiere que el inglés sustituya al ruso, como segunda lengua del país. Desde la caída de la URSS, muchas antiguas repúblicas han recuperado sus lenguas propias y marginado el ruso, con el fin de reafirmar su independencia e identidad nacional.