En la vida, hay trenes que sólo pasan una vez. En la política, también. El problema viene cuando el Gobierno no se sube a tiempo al vagón y el nuevo ticket le cuesta, como mínimo, 40 millones de libras al contribuyente. Esto es lo que ha pasado en el Reino Unido cuando el Ejecutivo de David Cameron ha descubierto fallos inaceptables en el proceso de concesión del servicio de transporte.
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