Uno cierra los ojos y trata de dejar la mente en blanco. No pensar en nada. Como un yogui. Tiene la sensación de que el cerebro le queda como inactivo. Durante años los neurocientíficos habían asumido que esto era lo que ocurría. Que, cuando no hace nada -nada consciente, por lo menos-, el cerebro queda en un estado de reposo. Pero experimentos realizados en los últimos diez años han demostrado que no es así. Cuando se minimizan los estímulos conscientes, el cerebro mantiene una gran actividad que le permite estar preparado para funcionar.
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