[c&p]El hijo de los porteros se dirigió a don Pedro, muy afectado tras su muerte, y le pidió que redactara un epitafio para honrar su memoria. Del corazón de Muñoz-Seca surgieron estos versos: Fue tan grande su bondad, Tal su generosidad Y la virtud de los dos Que están, con seguridad, En el cielo, junto a Dios.[/c&p] Pero lo mejor viene ahora cuando el Obispo entra a censurar el epitafio y las posteriores correcciones del bueno de Pedro Muñoz Seca.
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