Hace dos años escuché a un psicólogo español referirse a los niños que habían sufrido abuso sexual como "muñecos rotos". Así se siente un pequeño cuando, tras ser lastimado, revela el abuso y es ignorado. Como un juguete al que nadie mira porque quedó olvidado, sucio y desmadejado, en cualquier cajón. Algunas veces el 'muñeco roto' consigue ser reparado. Otras, permanece estropeado para siempre.
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