En la lotería de los horrores de la vida, al británico Tony Nicklinson, de 58 años, le tocó uno de los gordos del lado tenebroso. De viaje por Atenas, curioso, la tierra del gobierno de los dioses del Olimpo, una apoplejía le visito dejándole sin fuerza alguna de cuello para abajo. Y era para siempre.
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