Julia es joven y sin embargo trabaja. La frase suena a absurdo. A sinsentido. A era de noche y sin embargo llovía: prosa desafortunada o chiste malo de contradicción barata. Pero no es una broma. Ni un chiste. Es la situación de solo uno de cada tres chavales: jóvenes que sin embargo trabajan. Porque la juventud ya no es energía desbocada, sino energía reprimida. Ilusiones atadas a las bridas del paro, este sí desbocado. Hay excepciones brillantes: estas son las historias de quienes sacan el cuello del agua en la crisis que todo lo anega
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