Un "humanoterapéuta" es juzgado en París acusado de haber abusado de sus pacientes, entre otras cosas, implantándoles falsos recuerdos de infancia. Les sometía a sesiones de 6 a 8 horas, por las que les cobraba 22.500 euros por sesión, desnudos en un diván. Les decía que no debían comer y que debían dormir poco. Debilitados, los pacientes terminaban aceptando todo lo que el "terapeuta" les imponía: terminaban convencidos de que en su infancia habían sido sometidos a abusos sexuales. Uno asistió durante 22 años y pagó 750.000 euros.
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