Los barcos fantasmas han sido siempre objeto de culto de aquellos cuenta historias que se reunían -en un fogón por las noches quizá- a exponer sus relatos tenebrosos. Existen miles de estas historias, desde las más clásicas como la del "holandés errante" hasta las más bizarras que salían periódicamente en los bolsilibros semanales de editorial Bruguera. Para hoy les traigo un cuento del gran Horacio Quiroga que además de abordar el tema de los buques fantasma, aborda otro seguramente más íntimo: el de su propio e inminente suicidio.
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