“Por lo poco que he leído de Steve Jobs, no creo que fuera una persona con la que me habría ido a tomar unas cervezas. Pero lo que me resulta más desesperanzador no es su carácter, sino su final: le diagnosticaron un tumor maligno pero operable y, pese a haber tenido educación y una fortuna considerable, renunció a la medicina oficial y se trató con zumos de frutas. El tumor fue creciendo y cuando quiso operarse ya era demasiado tarde, por lo que pasó a engrosar la muy abultada y poco publicitada lista de víctimas de las pseudoterapias médicas”
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