Los vecinos de las aldeas que componen El Castillo de las Guardas están acostumbrados a que, de vez en cuando, alguna res brava de las ganaderías de la zona les dé un susto junto a cualquier carretera o camino. Pero ayer esa inquietud la sembró un osezno que se escapó de la reserva de animales que ocupa desde hace años los antiguos terrenos de la mina y estuvo desaparecido durante casi 24 horas.
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