Susana estudiaba una carrera universitaria cuando vió un cartel por la calle que captó su atención. Era un curso de una semana donde le enseñaban a meditar. Pensó que le iría bien para concentrarse en los estudios. Ese fue el trampolín a un sinfín de conferencias y reuniones en las que el gancho era alcanzar una experiencia llena de paz y felicidad a su alcance. Casi sin darse cuenta esta secta se convirtió en el eje de su vida. «Ocho años después logré desvincularme de ellos. Me prometían un mundo mejor a cambio de sacrificar mi identidad».
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