La economía canalla también ha llegado a la cultura, a las galerías, a los museos. Acabado el tiempo de las inauguraciones fastuosas, llega el momento de la miseria para todos. Y sin embargo nadie parece atreverse a hablar: ¿Silencio cómplice o miedo para-funcionarial?, ¿conciencia desencantada o impotencia crítica? Pero "de nada sirve seguir callados, aceptando la demolición de la cultura o incluso poner de cara de póquer ante la previsible privatización de la educación en todos los niveles."
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