Yo, como Camps, también soy valenciana. Estuve cerca de él un tiempo, cuando más abiertos y limpios he tenido los ojos: era becaria. Por entonces Camps era un posible sucesor, tímido, amante del tenis y muy moreno. El ’bronceado Zaplana’ era uno de los signos de los tiempos y uno de los requisitos fundamentales si querías estar en la pomada. Eso, y los pantalones estrechos y tobilleros. Camps era el delfín más anodino, más mediocre, menos simpático. Aún así, el dandy de Benidorm lo apuntó con su dedo. ¡¡¿Campssssss?!! se preguntaron muchos. Esp
|
etiquetas: camps , dimisión , valencia , política