Un empresario holandés ha obtenido el premio al diseño más revolucionario y prometedor del año. Se trata de unas cubetas de plástico con una forma muy estudiada para condensar el agua de la atmósfera y que permiten crecer a los árboles en pleno desierto a pesar de la falta de irrigación y las tórridas condiciones que allí imperan. El aplauso de la crítica ha sido unánime. Este sencillo invento puede significar la salvación del planeta en cuanto a la deforestación se refiere y todo lo negativo que de ello se deriva.
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