Sólo a los japoneses se les puede ocurrir hacer un aparato que imite la sensación de hacerse crujir los nudillos, no sé si con el objeto de desestresarse o simplemente para hacerse los flipados, pero el simple concepto ya tiene tela. Unos tres euros es lo que cuesta hacerse con uno de estos Yubipoki, que así es como se llaman.
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