La Policía entró a la casa de una familia sevillana sin llamar, apuntaron al padre con una pistola y le tiraron al suelo. Se trataba de una operación contra la droga que les sorprendió a primera hora de la mañana y al cabo de dos horas sin encontrar nada, se fueron. La policía no se había equivocado de casa, se había equivocado de inquilinos, ya que hace nueve años la vivienda pertenecía a unos presuntos narcotraficantes, ahora es de Jesús, su mujer y sus dos hijas pequeñas.
Gran ejemplo de que ya en 1519 la justicia gastaba sus recursos (pagados con impuestos) en chuminadas. Y seguro que mientras el juez se reía por dentro a sabiendas de que juzgar ratas es menos peligroso que juzgar malechores, y más si son duques, o hijos de algo...