"Sus clientes la adoraban, le hacían la ola y pregonaban en público su amor a la marca en redes sociales y hasta en el bar de la esquina. No era para menos: devolvían el dinero al cliente de forma inmediata si éste protestaba por un cargo indebido, le descontaban el 10% de la factura de todo el mes si una avería les dejaba unas pocas horas sin cobertura, se autodenunciaban a la agencia de Protección de Datos cuando por error enviaron un email con copia visible a miles de clientes, o se pegaban un tiro en el pie arriesgando hasta la vida de la empresa solo porque era lo correcto".