#15 Lo que quieras creer, brother. Allá tú. Siempre ha sido lo mismo con los adictos de cualquier industria: los que fuman se creen sexys, los que beben alcohol se creen cool y los que comen carne se creen carnívoros ancestrales. Nada nuevo bajo el sol. Feliz noche, tío.
#6 Claro que sí. No seas ridículo. Y la mayor muestra es que todo eso que mencionas, te lo comes exactamente igual a cómo te lo presenta la industria de la carne. Usas los mismos condimentos, las mismas presentaciones, los mismos eventos, viendo los mismos programas. ¿Qué de natural hay en un chorizo o unos chicharrones? Nada. Son productos de una industria que te hace comer lo que a ellos les venga en gana. Te podrás creer muy libre, pero eres solo otro cliente engañando que repite patrones sin darse cuenta. Te venden veneno y además los defiendes. No eres nada diferente a un fanático religioso.
#2 No. Es porque la industria de la carne está desaforada vendiendo productos adictivos, publicitados masivamente. No es que la gente "prefiera" la carne. Es que se la meten hasta por los ojos. Salga a la calle y mire cuántos anuncios de comida basura encuentra.
#1 El mundo sigue dividido en dos: clase capitalista y clase trabajadora. He ahí, en lo que tú dices, el gran logro del capitalismo: el hacer creer que vivimos en una sociedad "sin clases".
1. Las FARC no retrocedieron, se replegaron. Saber diferencias los términos es importante.
2. Claro que hubo crecimiento económico con Uribe, como bien se explica ahí. Pero fue producto del derroche y no de inversiones inteligentes. Uribe sí está vivo para ver el resultado de su gestión: el desastre económico que vive hoy Colombia.
3. ¿Hay una palabra de mentira en la estrategia presentada por el artículo de Chávez con la OPEP? No.
4. La hiperinflación de Venezuela, como todo su proceso económico, no puede estudiarse sin el prisma de la presión de un imperio deseoso de seguir pagando el petróleo del país sudamericano a precios ridículos. Y con eso, los bolivarianos han visto desaparecer a su más grandes enemigos, a quedar relegados por sus electores y por la historia, mientras la revolución sigue en pie.