Tú coges un puñaíco de grafeno y lo empiezas a mezclar, a frotar, a agitar, a calentar, a enfriar... y vamos, te conviertes en la envidia de Paracelso.
#1 Yo apoyo con matices tu comentario: la industria (del cine, del deporte o de del ocio) no debería recibir ayudas (como todo sector empresarial, que compita para obtener beneficios y caiga si no lo consigue), pero la cultura sí (como todos los sectores que no dan beneficios tangibles e inmediatos a la sociedad). El estado debe ocuparse de aquellos sectores que no interesan a la iniciativa privada pero suponen beneficios para la sociedad (la defensa del medio ambiente, la salud pública, la cultura, etc.) ¿O cerramos el Museo del Prado si no tiene suficientes visitantes para pagar los costes de mantenimiento? (por poner un ejemplo).
#3 Hombre, el comunismo también es intervencionista. A mi no me parece mal que la sociedad intervenga (a través de sus estructuras ejecutivas) para regular o impedir injusticias o inequidades. El problema no es el intervencionismo (necesario para modificar, por ejemplo, el status quo de los oligarcas). Lo que hay que preguntarse es el motivo de la intervención. Y no estaría mal medir el resultado tras la intervención. Y rectificar cuando la intervención no consiga el objetivo perseguido. Pero es más fácil (y populista) recurrir a soflamas que no obliguen a pensar demasiado...
Qué interesante el experimento del vídeo del choque de dos coches. Somos extremadamente manipulables. Es necesaria una disposición (y formación) muy vigilante. Y ni así. Miedito...