Antes lo hicieron en los campos y los bosques.
Qué más da el lugar, lo que importa es lo que se traen entre manos.
Y aunque el tamaño importe, son más accesibles las pantallas que se pueden sujetar con una sola mano.
‘Las hijas de la criada’: el fallido folletín de Sonsoles Ónega y la autoinmolación del Premio Planeta
Jordi Gracia
6–7 minutos
El efecto que deja este último Premio Planeta es desolador: parece un acto de transgresión cultural intrasistémico. Maravilla la capacidad de Las hijas de la criada para desescalar hacia abajo y sin límite en el subsuelo de la novela. Mientras leía hundido en la miseria y en la tumbona me preguntaba si alguno de los miembros del jurado hizo el sacrificio de leerse esas 400 páginas. ¿Rosa Regàs o Carmen Posadas no sintieron una vergüenza cósmica? ¿Qué vio el fino lector Pere Gimferrer que haya empujado su voto favorable? ¿A José Manuel Blecua no se le han llevado todísimos los demonios académicos y no académicos? ¿Cuál es el límite a partir del cual el lector de un jurado se cloroformiza o se anestesia de tal manera que renuncia a ser quien es?
La novela cuenta la biografía paralela de dos niñas nacidas de un mismo padre la misma noche de 1900 en Galicia. Una de las madres (la criada) decide dar el cambiazo para que su hija tenga una vida feliz en casa del señor (y padre) y la hija de la señora padezca el sufrimiento de la pobreza y el desamparo (y a su marido borracho perdido). 42 años después, las dos ancianas se reencuentran para contarse la verdad, cuando la hija real de la señora ha sido acogida como una más de la familia y ha llevado la prosperidad a la fábrica de conservas (que incluso educa a las trabajadoras) y un boyante negocio, mientras la otra hermana de padre escapó a Argentina y tuvo una vida igualmente próspera.
El folletín es un género que puede hacerse bien o mal. Aquí las cosas raras saltan a cada página”
El folletín es un género que puede hacerse bien o mal. Aquí las cosas raras saltan a cada página. De golpe y porrazo, en el capítulo 15, “don Gustavo” vuelve a buscar a doña Inés “en la cama”, donde se recuperaron “empapados en su sudor y sus caricias”, sin la menor idea de por qué está pasando eso por parte de… » ver todo el comentario
#10 Efectivamente, algunos necesitamos entretener la parte de la mente que se distrae para dejar que la que atiende lo haga.
No da puntada sin hilo y seguro que ha podido seguir el hilo del discurso mejor que los que estaban pensando en las musarañas, aunque esto no se notase.
¡Qué cansinos somos con las formas!