La censura moral fascistoide no tiene límites. Ni siquiera los límites de la estupidez.
La censura moral fascistoide no tiene límites. Ni siquiera los límites de la estupidez.
¿Cuantos Ikeas van a poner en España?
Mal me lo pones. Pero bueno, cuando se toca fondo sólo hay un camino: mejorar.
Magnifico hallazgo. Esperemos que los responsables sepan integrarlos bien en las nuevas obras y no se destruyan o se oculten.
Dijo Borges alguna vez: "Lo más importante del hecho literario no son los escritores, sino los lectores".