1984 De George Orwell. Destruir los recursos y mantener el estado de escasez para que la gente no tenga tiempo de pensar mas que en sobrevivir un día mas y no cuestione el sistema de castas.
El acto esencial de la guerra es la destrucción, no forzosamente de vidas humanas,
sino de los productos del trabajo. La guerra es una manera de pulverizar o de hundir en el
fondo del mar los materiales que en la paz constante podrían emplearse para que las
masas gozaran de excesiva comodidad y, con ello, se hicieran a la larga demasiado
inteligentes. Aunque las armas no se destruyeran, su fabricación no deja de ser un
método conveniente de gastar trabajo sin producir nada que pueda ser consumido. En
una fortaleza flotante, por ejemplo, se emplea el trabajo que hubieran dado varios
centenares de barcos de carga. Cuando se queda anticuada, y sin haber producido
ningún beneficio material para nadie, se construye una nueva fortaleza flotante mediante
un enorme acopio de mano de obra. En principio, el esfuerzo de guerra se planea para
consumir todo lo que sobre después de haber cubierto unas mínimas necesidades de la
población. Este mínimo se calcula siempre en mucho menos de lo necesario, de manera
que hay una escasez crónica de casi todos los artículos necesarios para la vida, lo cual se
considera como una ventaja. Constituye una táctica deliberada mantener incluso a los
grupos favorecidos al borde de la escasez, porque un estado general de escasez
aumenta la importancia de los pequeños privilegios y hace que la distinción entre un
grupo y otro resulte más evidente. En comparación con el nivel de vida de principios del
siglo XX, incluso los miembros del Partido Interior llevan una vida austera y laboriosa. Sin
embargo, los pocos lujos que disfrutan - un buen piso, mejores telas, buena calidad del
alimento, bebidas y tabaco, dos o tres criados, un auto o un autogiro privado - los colocan
en un mundo diferente del de los miembros del Partido Exterior, y estos últimos poseen
una ventaja similar en comparación con las masas sumergidas, a las que llamamos «los
proles». La atmósfera social es la de una ciudad sitiada, donde la posesión de un trozo de
carne de caballo establece la diferencia entre la riqueza y la pobreza. Y, al mismo tiempo,
la idea de que se está en guerra, y por tanto en peligro, hace que la entrega de todo el
poder a una reducida casta parezca la condición natural e inevitable para sobrevivir.
Hace ya bastantes años teníamos un problema de cobro €$ porque a nuestro jefe no le pagaban el trabajo que habíamos realizado y un compañero de trabajo que era de Europa del este, comentó que aquí lo que hacía falta era una buena mafia. Eso lo decía porque el tal que tenía que soltar los burdeles a nuestro jefe para que este a su vez pudiera pagarnos a nosotros, tenía dinero de sobra para pagar pero no lo hacía al no temer ninguna consecuencia por la vía legal.
El surgimiento de las Mafias obedece a una ineludible ley natural de ocupación de un "nicho ecológico" vacío. Los cobradores del frac u otros de la misma jaez, son procesos embrionarios que empiezan a ocupar ese "nicho ecológico" vacío -sin cobertura legal- y que cuando lleguen a su madurez evolutiva, serán mafias.
Es el diccionario de neolengua; joder es que estamos en el 1984 de George Orwel y si no lo percibimos con claridad es por estar inmerso en él -aquello de que los arboles no dejan ver el bosque-.
En respuesta a, meneame.net/story/alex-iglesia-cine-espanol-no-favor-negocio/00019 cuando dice: El cine español, al igual que el deporte español, habla de nuestro país, de quienes somos, de nuestra idiosincrasia, y.
O sea que si en el exterior se tienen que hacer una idea de como somos, a través del cine que hacen los de aquí; -y así es por desgracia- entonces la idea que se hacen es que aquí somos todos maricones, putas, drogadictos y pijos de los 60-70.
Este Obama me parece un poco megalómano, vanidoso y por ende narcisista -toma ya- y no debió hacer tanto teatro ni ser tan ampuloso con los gestos con los que justificó -en realidad fue una huida hacia adelante- la muerte, de la cojonera mosca -si es que fue cierta, ya que tengo mis dudas al respecto-.
Yo lo veo así: Al tipo le empieza a molestar una mosca -cojonera, no lo olvidemos- y rápidamente se da cuenta de lo cómica que va resultar la entrevista y que van a hacer muchas chanzas sobre el particular; entonces toma la decisión -fruto del miedo al ridículo y por vanidad-, de atajar el asunto por cuenta propia, que eso va a quedar muy bien en los programas de cotilleo; que todo un presi de los EEUU no se amilana ante una nimiedad.
Osease que, primero el impulso visceral le lleva a matar la mosca -por los motivos citados antes- y luego la huida hacia adelante producto del posterior razonamiento intentando justificar una acción que se a dado cuenta que puede ser censurable. Y el remedio resulta peor que la enfermedad; ya con todo lo que hace -o mas bien dice- lo único que consigue es hacer mas el ridículo. ¿Y porqué digo que es peor el remedio que la enfermedad?; pues porque no debió ni matar la mosca ni mucho menos regodearse con la muerte del animal, -que se supone que tiene mas luces que su antecesor-. Una buena salida -ya que la cagó al matarla- hubiera sido disculparse y tal vez hacer alguna referencia relativa a los peligros de molestar a alguien mas grande que tú.
Pero vamos, que digo yo que esa señora -perdone que la llame así pero es que no la conozco muy bien- no es ministra de telecomunicaciones, por lo que está invadiendo competencias de otro ministerio con esas declaraciones. Que se dedique a lo que debería dedicarse que es a incentivar la variedad cultural o cosas así, que ella es ministra de cultura, no de telecomunicaciones, ni tampoco de industria y digo esto último porque el aspecto comercial y por lo tanto industrial de la cultura no debería competerle.
Cuanto mas mortífero sea un patógeno, menos posibilidades tiene de extenderse, ya que, o bien mata a su hospedador o lo incapacita para desarrollar una vida social y por lo tanto pierde funcionalidad como vector de contagio para el propio patógeno. Imaginaros que cogéis una potente gripe de 40 grados de fiebre; os quedareis en cama o cuando menos en casa por lo que el patógeno no se puede transmitir -se jode por maloso-; ahora pensad en que habéis tenido suerte que habéis cogido una gripe de estas flojas que se toma uno un paracetamol y vamos tirando, vamos al trabajo -el que tenga-, salimos por ahí, visitamos a la familia... entonces este virus o lo que sea tiene muchas oportunidades de expandirse.
Este es un mecanismo de realimentación negativa; a mas peligrosidad, menos contagio y viceversa. Es mas, un virus que no nos haga daño o que incluso colabore con nosotros se asegura la inmortalidad ya que incluso pasaría a formar parte de nuestro propio código genético por lo que no debemos temer esas plagas que nos venden las películas.
Todo esto por supuesto no lo hace conscientemente, sino que la selección evolutiva se encarga de ello como creo haber explicado antes.
Hola a todos, este es mi primer post y quiero manifestar como ya ha hecho alguien antes, que hace mucho tiempo que hago huelga de consumo de CDs. y de todo lo que lleve CANON. me avío con mi disco duro original -el que traía de fabrica- y no compro otro de mas capacidad; total ¿para que?; borro algo cuando me que quedan solo dos o tres gigas libres y como dije antes, me avío.
Si no fuese por el puto canon de los cojones ya le habría puesto a mi cacharro un disco extra de 500 gigas o incluso de un tera, pero entre el canon principalmente y que eso de querer tenerlo todo guardado en el propio PC no me parece muy saludable por aquello del síndrome de Diógenes, mejor aprovecho el nuevo concepto de "la nube" -eso de tener las cosas en la red-.
Saludos
El acto esencial de la guerra es la destrucción, no forzosamente de vidas humanas,
sino de los productos del trabajo. La guerra es una manera de pulverizar o de hundir en el
fondo del mar los materiales que en la paz constante podrían emplearse para que las
masas gozaran de excesiva comodidad y, con ello, se hicieran a la larga demasiado
inteligentes. Aunque las armas no se destruyeran, su fabricación no deja de ser un
método conveniente de gastar trabajo sin producir nada que pueda ser consumido. En
una fortaleza flotante, por ejemplo, se emplea el trabajo que hubieran dado varios
centenares de barcos de carga. Cuando se queda anticuada, y sin haber producido
ningún beneficio material para nadie, se construye una nueva fortaleza flotante mediante
un enorme acopio de mano de obra. En principio, el esfuerzo de guerra se planea para
consumir todo lo que sobre después de haber cubierto unas mínimas necesidades de la
población. Este mínimo se calcula siempre en mucho menos de lo necesario, de manera
que hay una escasez crónica de casi todos los artículos necesarios para la vida, lo cual se
considera como una ventaja. Constituye una táctica deliberada mantener incluso a los
grupos favorecidos al borde de la escasez, porque un estado general de escasez
aumenta la importancia de los pequeños privilegios y hace que la distinción entre un
grupo y otro resulte más evidente. En comparación con el nivel de vida de principios del
siglo XX, incluso los miembros del Partido Interior llevan una vida austera y laboriosa. Sin
embargo, los pocos lujos que disfrutan - un buen piso, mejores telas, buena calidad del
alimento, bebidas y tabaco, dos o tres criados, un auto o un autogiro privado - los colocan
en un mundo diferente del de los miembros del Partido Exterior, y estos últimos poseen
una ventaja similar en comparación con las masas sumergidas, a las que llamamos «los
proles». La atmósfera social es la de una ciudad sitiada, donde la posesión de un trozo de
carne de caballo establece la diferencia entre la riqueza y la pobreza. Y, al mismo tiempo,
la idea de que se está en guerra, y por tanto en peligro, hace que la entrega de todo el
poder a una reducida casta parezca la condición natural e inevitable para sobrevivir.