#5 La circulación termohalina es la parte de la circulación oceánica que es impulsada por diferencias de densidad. La densidad del agua de mar depende de la temperatura y la salinidad, de ahí el nombre termohalino. Las diferencias de salinidad y temperatura surgen del calentamiento / enfriamiento en la superficie del mar y de los flujos de agua dulce de la superficie (la evaporación y la formación de hielo marino aumentan la salinidad; la precipitación, la escorrentía y el deshielo disminuyen la salinidad).
(para quien no la tenga presente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/4/4c/Thermohaline_Circulation_2.png/700px-Thermohaline_Circulation_2.png)
Esta circulación redistribuye calor por el planeta, hacindo por ejemplo que la temperatura en las latitudes medias europeas (de Francia a Noruega) sea más suave de lo que lo sría en otra circunstancia. últimamente se está inhibiendo una de las ramas de la CT, en particular esta que trae calor del trópico a Europa, debido en parte al derretiminto del hielo ártico. No está claro qué ocurriría si se detuviera del todo: podría ser que el calentamiento de Europa se ralentizara, o que siguiera adelante para, siglos después (es el ritmo del que estamos hablando) hubiera un enfriamiento brusco.
Hasta donde sabemos, no hay planes para reactivarla, ni parece algo mínimamente útil. Bastante mejor evitar que ocurra.
#6 Aparte de ciertos gobernantes, como Trump, que actúan de facto como negacionistas climáticos aunque puede que no lo sean, lo cierto es que la mayoría de la gente sabe que el cambio climático es real, según dicen todas las encuestas, aunque siempre nos vamos a encontrar con negacionistas petardos. Quizá no sea tan importante hacer esfuerzos por que la gente conozca «la verdad», que en términos generales es conocida, sino por proponer una alternativa social y política a la realidad que ha llevado a esa amenaza de cambio climático. El mero hecho de conocer los datos o de saber que estamos metidos en un problema no lleva automáticamente a saber cuál es la solución a ese problema, por desgracia no es tan mecánico como eso. Seguro que todas y todos conocemos a gente que está concienciada, que quiere ayudar y que, al hablar sobre estos temas, nos dice «¡pero yo ya reciclo!», cuando sabemos que esa no es la solución a todos nuestros problemas. En todo caso, es comprensible que dé miedo plantearse transformaciones sociales tan profundas como las que exige el cambio climático. El marketing para dar a conocer la verdad de los hechos duros del cambio climático ya se está haciendo y es fundamental; lo que necesitamos es un marketing que nos muestre una alternativa de futuro, que nos haga desearla, que nos convenza hasta el tuétano de que es mejor (mejor no solo que lo que vaya a venir, ¡sino mejor que lo que tenemos ahora!) y nos inspire para luchar por ella y ganar cuanto antes.