De Gila me encantaba su humor surrealista y absurdo. Hasta que lo descubrí de verdad en una de sus autobiografías, "Entonces nací yo", y vi que además era un tipo inteligentísimo, brillante, y con memoria de elefante. Sus anécdotas en la corrala, jugando de niño en los descampados o en las alcantarillas, su tiempo durante la guerra civil o su encarcelamiento merecen muy mucho la pena.
Desde entonces todavía admiro mucho más a la persona que al humorista, que ya era alguien muy grande para mí.
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#4 O que entren menores en iglesias que no estén "libres de humo".