Al final vamos a tener que tener contraseñas cuánticas, de tal modo que el propio hecho de testearla la modificara, sería la leche (bueno, la leche cuántica). Toma Heisenberg al canto, jeje.
Ojalá ese niño, algún día, se pueda divertir rodando su rodillo sin tener que preocuparse de llevar agua. ¿Podrá, por fin, el ser humano acabar con toda esta injusticia?
Por lo que leo en el Blog es un caso particular que le sucedió a la autora, me parece un poco excesivo decir que "..es una forma de ligar que empieza a llevarse entre hombres japoneses de mediana edad.." y convertirlo en una tendencia.
Venga consumir, venga tarjeta de crédito.
Así nos va (o nos irá).