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El poder judicial, vergonzosamente controlado por el PP, no para de generar titulares basados en causas no ya fraudulentas sino en algunos casos esperpénticas generosamente difundidos por el cuarto poder, otro gran amigo de los patriotas mucho españoles. Vamos, lo propio de una democracia perfecta.

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Si se fijan unos criterios objetivos y aplicables sin estar sujetos a la interpretación del político de turno sería sin duda un importante avance para evitar la desinformación. El problema es que es muy complicado, entre otras cosas porque los medios de comunicación, al menos algunos, no van a parar de poner piedras en el camino.

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