Mi abuelo fue torturado por los perros al mando de Pinochet. El viejo cabrón no es más que un recuerdo de humillación y desesperanza. Lo sorprendente es ver la cantidad de gente que aún lo respalda. Me dio asco y vergüenza ver como se usaba a la escuela militar (que se mantiene con los impuestos de todos) para rendirle honores al asesino y torturador, y ahora ni siquiera quieren dejar que la gente marche por un costado de La Moneda. Una patética excusa de gobierno socialista.
Sería genial si pudiese abrirlos con inkscape.