Mostrar la verdad sobre un personaje anónimo molesta a quienes enarbolan la autoridad moral de la víctimas. Cuestionar la intención de Gabilondo e ipso facto molestarse por que se cuestione la suya es más propio de soberbios que de representantes de alguien.
La arremetida contra Iñaki no proviene del minireportaje del silla de ruedas, sino de su posición ideológica, y la de tantísimos otros, crítica con las decisiones de la AVT;crítica ganada a pulso por su desmesura y su perfil partidista, que ahora vuelve a mostrar su peor sesgo: esa incapacidad para deglutirla naturaleza pública de sus actuaciones, que hace inútil la apelación a la piedad o a la altura moral de sus integrantes.
Si renunciásemos a enjuiciar la labor de la dirección de la AVT , renunciaríamos a la máxima aspiración de sus miembros: la justicia, la reparación, la libertad.
Por la parte que me toca, me niego a aceptar la lógica perversa de la conmiseración: si el anónimo asistente no era víctima, no lo era; y si eso no alimenta los intereses de los convocantes de la mani,entonces deberían preguntarse para qué la hicieron.
Sí pueden. No quieren.
Y los mentecatos culpan al gobierno de turno, y los estómagos agradecidos también.