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Mauritania factura a los inmigrantes
Como cualquier otra tarde, Baba Umar paseaba el 28 de abril por el mercado de Nuadibú, la segunda ciudad más importante de Mauritania. Este peluquero nigeriano sintió entonces cómo el país en el que lleva viviendo cinco años se había convertido en territorio hostil. Fue arrestado y trasladado a un centro de detención para inmigrantes. Debía pagar una suma importante para evitar la expulsión del país a cambio de la residencia legal durante un año. “Los 30.000 UM (75 euros) que piden es una fortuna aquí. Para mucha gente es el sueldo de dos meses
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