En la, de momento, primera ola de la actual pandemia de coronavirus; no sólo España sino otros muchos países tuvieron que decidir en pleno pico de contagios y a las puertas del colapso sanitario cómo priorizar las camas hospitalarias y las plazas UCI disponibles. En concreto, mayormente se dio prioridad (en caso de necesidad de elegir) a las personas más jóvenes frente a las mayores, llegándose a casos en que directamente se prohibió el traslado de mayores de 75 años a los hospitales.
Y es ahora, a toro pasado, cuando vienen los debates; con fines políticos e ideológicos casi siempre, sobre la ética o falta de ética de aquellas decisiones tomadas en plena escalada, cuando simple y llanamente no había recursos médicos para todos. Pero cualquiera con dos dedos de frente puede ver que la determinación de "salvar" a los jóvenes sobre los "viejos" no fue para nada algo racional, sino un proceso instintivo (casi un acto espontáneo que siguieron -y siguen- a pies juntillas gobiernos de derecha y de izquierda por igual).
Porque lo mismo que dice esa ley no escrita por la que ante un naufragio tienen siempre preferencia los niños y las embarazadas, existen muchas otras leyes naturales (instintivas e innatas) que nos son desconocidas hasta que desgraciadamente llega el momento de tener que optar por una opción mala u otra peor. En el caso de esta inusual pandemia nos vimos de repente con el requerimiento de decidir cómo priorizar los escasos recursos médicos: ¡y la evolución decidió por nosotros, por supuesto! Simplemente, y de manera natural (automática), todos los que se vieron en la necesidad de realizar tal selección (no todas las comunidades ni todos los países se vieron desbordados por igual) sin excepción antepusieron la vida de los más jóvenes sobre la de los más ancianos.
Y esto fue así porque simple y llanamente la evolución de manera instintiva nos hace tender a ayudar y asistir con más ímpetu a aquellos individuos que tienen más "valor" evolutivo (replicativo) por delante. Las personas en edad reproductiva (o que aún no alcanzaron dicha edad) siempre son naturalmente "preferibles" a las personas que ya casi finalizaron su "misión" natural evolutiva.
Ésto desde luego en lo relativo al sujeto parece un acto natural cruel, pero debemos recordar que objetivamente en la naturaleza no hay nada Bueno ni Malo (con mayúsculas). No es malo el león ni buena la gacela. Ni es mala una bacteria que mata una persona. Tampoco es bueno ni malo el médico o dirigente político que instintivamente se ve "forzado" a anteponer la vida del joven sobre la de la persona mayor: es tan sólo algo natural. Y si alguien se siente tentado de culpar a alguien, que culpe al modo en que funciona esencialmente el mundo evolutivo o, si es creyente, que culpe a su Dios.