Un conocido trabaja como doblador de películas y series. No es un número uno, así que no trabaja con los grandes estudios, pero le gusta su trabajo y no lo hace mal. No hace mucho le propusieron ir a locutar un audiolibro (que se puede encontrar ahora mismo en una conocida web dedicada a ello) en un pequeño estudio de Barcelona. Varias sesiones de 4 horas después el audiolibro estaba acabado y él presentó su factura (como autónomo) sin más problemas. Hasta que ha llegado el momento de cobrar, que le han ido dando largas hasta el punto de dar el dinero por perdido. No es el único caso y a lo largo de los meses se ha ido enterando de hasta tres casos distintos de personas que han trabajado para ese estudio y han perdido la esperanza de cobrar.
Lo más triste es que, consultados tres abogados distintos, la respuesta es más o menos la misma. Le cobran aproximadamente la mitad de lo que le debe el estudio, sin ninguna garantía, al contrario, le dicen que el juicio puede demorarse más de dos años y que si en ese tiempo el estudio cierra (cosa probable si va acumulando deudas) él se quedará con la deuda del abogado. Y así, ese estudio de Barcelona, sigue contratando gente, sin pagar y sin que los afectados puedan hacer nada si no quieren perder aun más dinero.