Hacienda no somos todos: el temor de las sanguijuelas

El Estado necesita que sus súbditos lo financien para subsistir. Cuando este flujo monetario peligra, todos los que viven a su costa se asustan.

El Rubius, un popular youtuber, ejerciendo su derecho de libre circulación, cambio su residencia a Andorra. Esto supone para las arcas públicas dejar de ingresar sobre 2 millones de euros, calderilla para un Estado que representa casi la mitad del PIB del país. Sin embargo, este hombre, sin quererlo, abrió un debate que no gusta ni a los gobernantes y ni a todos los que viven del Estado: los impuestos en España son altísimos. Lo peor de todo es que van a seguir subiendo en los próximos años, pese a que incluso la propia Constitución Española de 1978 se manifieste en contra de esto (de manera ambigua) en su artículo 31.1: Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio. Creo, que al igual que mucha gente, ya se ha rebasado el umbral de la confisca.

Dada la naturaleza clientelar del Estado español, de estos impuestos vive mucha gente. Si la juventud española empieza a darse cuenta de la cantidad de dinero que se le sustrae, puede peligrar el sistema actual, por lo que todas las redes clientelares que viven a costa del BOE salen en su defensa. Por eso, estos últimos días en las cadenas de televisión públicas y privadas (o mejor dicho concertadas), han desfilado innumerables personajes desde tertulianos hasta altos funcionarios para convertir al Rubius en enemigo público número uno. De esta forma mandan un mensaje para que sirva de escarmiento para los siguientes.

Todos ellos necesitan del dinero de gente como el Rubius para que no se les acabe el chiringuito. Lo peor de todo es que utilizan los clásicos argumentos emocionales como que los impuestos se utilizan para la sanidad, educación o carreteras, cuando estos no suponen ni un 25% del gasto. Sin embargo, no se habla nunca del despilfarro de las demás partidas presupuestarias, aunque lo explicó muy bien la vicepresidenta del gobierno Carmen Calvo con su frase “el dinero público no es de nadie”. En el año 2000, el IVA era del 16% y también se ofrecían todos esos servicios. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Entre los adjetivos más utilizados para criticarle (y al resto de Youtubers que se han ido a Andorra) han sido “egoísta”, “insolidario”, “antipatriota” o “que se ha aprovechado”. Todos estos argumentos parten de una falacia repetida hasta la saciedad desde tiempos franquistas: “Hacienda somos todos”. El Estado no es la sociedad, por tanto, contribuir a Hacienda no es contribuir a la sociedad. Nadie puede ser calificado de solidario por pagar impuestos porque no es un acto voluntario, habiendo multas o penas de prisión. Por otro lado, como ciudadano nunca has firmado ningún acuerdo con el Estado sobre los impuestos que vas a recibir y los servicios que vas a pagar, por tanto, no te puedes aprovechar. Pagas y recibes, año a año. La única forma de “acabar” con ese contrato es cambiar tu lugar de residencia a otro país.

Lo peor de todo es que ningún partido político de los que está actualmente en el congreso va a hacer nada por remediar esta situación. Cada uno de ellos tiene sus propias redes clientelares que están esperando su turno para enchufarse al presupuesto público como sanguijuelas, incluso puede que las engorden si eso le repercute más votos. Todos lo casos de corrupción políticos que han salido a la luz han tenido las bases en este sistema clientelar. Si los políticos hubiesen tenido la mitad de dinero, solo hubiesen robado la mitad.